Aunque las ventajas de la ciudad son múltiples, a todos nos beneficia escapar en ocasiones de su ruido, de su prisa, de su rutina y sumergirnos en la naturaleza para marcar junto a ella nuestros propios ritmos, ya sin prisas, sin rutinas.
Las personas que se encuentran en recursos residenciales para tratar sus adicciones, como es el caso de nuestra Comunidad Terapéutica, no son una excepción y al menos dos veces al año participan en unas convivencias muy especiales.
La más reciente tuvo lugar la semana pasada, cuando las personas residenciales se trasladaron junto con varios terapeutas a Cantabria, donde se alojaron en el albergue municipal de Solórzano, aunque durante el viaje hicieron paradas para descubrir rincones como el Bosque de los Tejos (Cervera de Pisuerga), el Valle de Ansón, Santoña, la Playa de las Arenas, Brañavieja y Alto Campoo, entre otros.
¿Cuáles son los beneficios de este tipo de experiencias? Como indica Mª Luisa Poladura, responsable de nuestra Comunidad Terapeútica, «las ventajas de estas salidas son múltiples: salir del contexto urbano, conocer alternativas de ocio saludable, comprobar que divertirse y disfrutar de la vida es posible -y mejor- sin drogas, entrar en contacto con la naturaleza y conocer otras formas de relacionarse con uno mismo y con el grupo son algunas de las más destacadas».
Los residentes vuelven de Cantabria con las pilas recargadas y muchas experiencias positivas a sus espaldas: «Me ha servido para salir de la monotonía, reír, disfrutar con el grupo, con el que me he sentido muy a gusto. En cuanto a lugares favoritos, me quedo con las vistas desde los acantilados y la fortificación de Santoña», cuenta uno de los chicos.