Un año más, el pueblo de Sobrepeña nos saluda, nos acoge y nos enseña una valiosa lección: con esfuerzo y solidaridad, no hay cambio que se resista.
Con el inicio del verano vuelve una actividad que ya forma parte de nuestra casa: las convivencias solidarias en Sobrepeña, un pequeño pueblo leonés al que las personas en tratamiento acuden cada año a realizar tareas de mantenimiento para ayudar a sus vecinos a revitalizar el lugar.
En esta edición, 21 personas de nuestros programas de tratamiento han ayudado a recuperar el aspecto original de las columnas y arcos interiores de la iglesia, así como a desbrozar las calles del pueblo y restaurar el muro de piedra que rodea el parque infantil. Pero que nadie se confunda, Sobrepeña es mucho más que una experiencia «laboral», como nos cuenta Mª Luisa Poladura, responsable de la Comunidad Terapéutica:
Estas convivencias son una oportunidad muy valiosa para vivir la solidaridad en todos sus aspectos. Los vecinos del pueblo movilizan todo lo que tienen para acogernos y ayudarnos: herramientas, alojamiento, comida… Todo. Se pone en marcha todo un movimiento de solidaridad que los chicos valoran muchísimo. Aprenden también que, trabajando en equipo, con la constancia y el esfuerzo como aliados, es posible lograr cambios que se pueden luego disfrutar tanto personal como colectivamente».
Gracias a los vecinos de Sobrepeña, especialmente a nuestro amigo Antonio García, anterior presidente de Fundación Aldaba y gran impulsor del proyecto, por regalarnos un año más la oportunidad de vivir esta experiencia en la que conocernos, mejorarnos, crecer y ayudar a crecer a nuestro alrededor.