En la sección Zona Crítica reflexionamos sobre aciertos, errores y paradojas actuales en torno a la realidad de las adicciones.
PROTEGER POR CONVICCIÓN
Abril de 2018, seis de la tarde en una gasolinera a las afueras de Valladolid:
– Buenas tardes, ¿qué va a ser?
– Buenas tardes, quería el depósito lleno de diésel, por favor
– Marchando… ¿Sabe que por su repostaje le regalamos una botella de vino?
– ¿Cómo? No, no sabía nada. Pero… ¿no es un poco extraño que me regalen alcohol aquí?
– La oferta es esa, ¿quiere la botella o no?
Lejos de la ficción, esta conversación es tan real como los datos que arrojan las encuestas en torno al consumo de alcohol en nuestro país: datos que no sólo nos avisan de cuánto y cómo beben jóvenes y adultos, sino de la baja percepción de riesgo y la alta tolerancia de las que sigue gozando esta sustancia.
Aunque legal, no podemos olvidar que el alcohol es una droga ante cuya normalización debemos actuar con responsabilidad, ser críticos, hacernos preguntas: ¿lo serviríamos en una farmacia de guardia?, ¿qué relación tiene su consumo con la violencia de género?, ¿y con los accidentes laborales y de tráfico?, ¿y con los embarazos no deseados?, ¿resulta preventivo que los famosos salgan en la tele bebiendo?
Hagámonos éstas y otras preguntas como padres, madres, médicos, educadores, vecinos, amigos, legisladores… Asumamos responsabilidades y, sobre todo, busquemos el modo de responder a esta problemática de un modo global y con la prevención como guía en todas las actuaciones.
Recientemente, la Comisión Mixta para el Estudio del Problema de las Drogas daba vía libre al informe que tiene que servir de base para la futura legislación sobre alcohol y menores y que ahora recibirá el Ministerio de Sanidad. Entre las propuestas, destaca la polémica surgida en torno a la petición de sancionar a los padres de los menores que beban. Desde Proyecto Hombre Valladolid creemos lógico y acertado apelar a la responsabilidad de padres y madres frente al cuidado de sus progenitores. Si nuestro hijo o hija suspende, hablamos con su profesor; si se encuentra mal, lo llevamos al médico; si falta al colegio de forma injustificada, asumimos las consecuencias… ¿Por qué con el alcohol habría de ser diferente?
Ahora bien, cuando hablamos de alcohol y menores, es evidente que el problema no se resuelve únicamente con multas. Para conseguir cambios reales, los padres deben proteger y garantizar la salud de sus hijos no por miedo, sino por convicción. Para lograrlo, la prevención tiene que ser, como indicábamos, la que vertebre cualquier actuación. Que tu hijo/a sufra un coma etílico por beber en atracón no solo puede tener consecuencias para tu bolsillo, los efectos más mucho más allá: pérdida en su propio desarrollo (de memoria verbal y no verbal, de memoria a corto y largo plazo, de capacidad de aprendizaje), conflictividad familiar, relaciones sexuales de riesgo, violencia, sensación de invulnerabilidad…
En definitiva, en el debate sobre alcohol y menores actuemos por convicción, conozcamos el problema y no miremos para otro lado. Sólo así lograremos verdaderos avances en la protección de jóvenes y menores, sólo así podremos dejar de hablar de #HijosDesconocidos.
M.ª Paz de la Puente Martín
Directora de Proyecto Hombre Valladolid