La agresividad es, lamentablemente, un valor en alza y la hostilidad, una tendencia de moda en el que la estética de la trasgresión es tremendamente seductora. Esta situación es especialmente sorprendente cuando se ejerce en entornos y contextos elegidos libremente y cuyos vínculos deberían mejorar las relaciones de protección y apoyo establecidas entre sus miembros.
El ámbito familiar o de pareja es, con cierta frecuencia y lamentablemente, un escenario dramático de lo que acabamos de comentar. La violencia doméstica o intrafamiliar y la violencia de género son fenómenos en preocupante ascenso. Cualquier abordaje preventivo debe incorporar a todos los elementos del sistema, manejar globalidades e integrarlas adecuadamente. Todos y todas somos responsables y todos y todas tenemos la posibilidad de transformar modos de relación y culturas en los que el diálogo y la tolerancia destierren cualquier tipo de abuso de poder y de sometimiento violento.
Hoy queremos subrayar el programa PRIA-MA que se dirige a personas condenadas por delitos de malos tratos, y animar a los organismos competentes a que destinen los fondos necesarios para su desarrollo y, por supuesto, destacar el éxito de este programa y la rehabilitación de las personas que lo realizan.